Fue otro tiempo, hoy nadie lo recuerda, hoy no se posee el
ritmo ni las palabras, donde la palabra era un conjuro, una forma de llamar lo
que ama estar oculto. Pero, en determinado momento, la magia de las palabras, su
inaudito poder, fue olvidado... Era un
procedimiento con el fin de la creación de vínculos, entre lo visible y lo
invisible, cosas del mundo, constitución de vínculos entre palabra y vida. Pues
materia mágica es la combinación de lo que esta y no escrito, intentando rodear
eso que se escapa. Pero la magia es en el instante en que el cuerpo es afectado
por lo que se dice, es la puesta en escena del desmembramiento, su destrucción,
ese sacrificio para volver a dar un orden a los fragmentos, el acto necesario
para toda civilización. Y de la misma forma que fue Otro tiempo y otras
palabras, nos hacemos la "misma pregunta" ¿será también otro amor?.
Hoy no es múltiplo de antes
El discurso
científico, ante esa necedad de promulgar un saber absoluto sobre los objetos
que se proponen para todos, falla ante la ilusión de cumplir las exigencias de
felicidad del hombre de este tiempo, “engendrando todo tipo de instrumentos
conocidos como gadgets convirtiéndose en elementos de su existencia”1, puesto que se promete relacionarse con
el menor esfuerzo y tiempo, colocándolos para el bien común, tan comunes, en
serie, que no hay diferencia entre uno y otro, convirtiéndose en objetos
transitorios que deben ser adquiridos ahora,
para comunicarse en tiempo real. Se tiene prisa de no perder el tiempo de un
goce que se vislumbra ahí. Es asi como el mercado invita, al goce autoerotico, a
esa abundancia y disponibilidad de encentros, desencuentros entendidos como
experiencias amorosas, experiencias que se adquieren ante cierta destreza que
se mejora con la práctica, volviéndose una serie de relaciones breves e
intensas ante la fragilidad del lazo en el que el ahora se pregona en la oferta de satisfacción sin espera, y al
mismo tiempo se produce un sentimiento de inseguridad precipitándose a hacer
lazo, intentando provocar una y otra vez esa contingencia.
Podemos ver que
la identificación ya no se dirige a la renuncia del goce, hoy en día se coloca
al objeto como condición de identificación. Para esto are uso del matema que
JAM expone en la clase XI en “Los divinos detalles” puesto que coloca tres
elementos que pueden ocupar el lugar del Ideal. “El
significante S1,
la formula existe un x tal que no-fi de x,
y el tercer término es a”
2, separados por el
término vel que significa “o”, “o bien”. En ese lugar ocupado por el
significante amo, se tiene un efecto apaciguador, creando un ambiente
homogéneo, unifica a los sujetos, convergiendo hacia el mismo termino. Ahora
bien, Freud en su psicología de las masas pone el dedo en este efecto de lo
simbólico, pero 9 años después da cuenta del fracaso del S1/I, a pesar de que este unifica el a divide, pudiendo colocarse en el lugar
del Ideal a/I -> $. Miller a esto
llama insignia para indicar el valor
entre significante y goce, pero afirma que escribe así el superyó en la
actualidad. Si la búsqueda de gozar cada vez más interviene en los encuentros,
esto solo señala aun más el desencuentro entre los goces.
¿Qué mayor
prueba de que el amor es real que su misma imposibilidad? Es algo que tanto
Stendhal y la monja Portuguesa transmiten, pero a diferencia del amor cortes,
donde se suple la ausencia de la relación sexual considerándose a los propios
amantes como el obstáculo para que esto cese, en la actualidad se intenta una relación
con el gadget, una relación virtual. Por ejemplo, en internet encontraremos
cierta publicidad de una marca de preservativos que muestra su próximo
producto. Ropa interior que permite a las parejas tocarse a distancia a partir de una aplicación de
teléfono. En esto JAM en su curso Donc
nos recuerda que “el fetiche es lo que permite escapar de la complejidad
intersubjetiva de la relación amorosa”3, este predominio del autoerotismo elude
al amor que requiere otro cuerpo y no solo eso, “el objeto de amor es i(a), es la imagen de otro ser humano. A veces se elige
un objeto material: es lo que se llama fetichismo. En este caso no se habla de
objeto de amor sino de goce”4.
El amor es
un invento
Quizás si José
Ortega y Gasset, mientras realizaba sus Estudios
sobre el amor hubiera conocido el amor
líquido que Bauman describe daría cuenta que la teoría de cristalización de
Stendhal no era tan pesimista, y que tal como él dice, y no alcanza a ver, es
visionaria. Lo similar entre estas dos perspectivas es que para compensar la
desventura se ha creado el hábito y la ilusión de aceptar como buen amor cierta
vaga adición al objeto, además que lo esencial a un amor es su consunción. Pero
¿qué es eso visionario del amor en Stendhal y que quizás podamos rescatar en el
amor líquido? Que es un engaño, pero no por ser engaño es secreto ni es
necesario ser un docto para darse cuenta, el amor no yerre a veces, es por
esencia un error. Nos enamoramos cuando sobre otra persona adjudicamos quizá
perfecciones inexistentes, este fraude que en el amor reside, como las
fantasmagorías que se insertan en una rama dejada al intemperie en la noche
invernal y que al día siguiente esas ficciones han envuelto la rama en
cristales de hielo (“cristalización”) nos lleva a pensar si falsificado no es
más bien el amor mismo, a lo que podemos considerar que es una buena copia,
pues el amor no sólo es ciego, también es visionario pues suplanta lo original,
y por ello hay cierto desconocimiento porque se esconde el objeto a en tanto desecho velado i(a), condición
que otorga lo imaginario, pero si somos escrupulosos podemos advertir otra
condición, que corresponde a la del goce. En Una charla sobre el amor Miller muestra que “lo que Freud llama Liebeslebens se trata de la articulación
entre el amor y el goce”5 de esta forma. i(a)/a ßplus de goce
Hasta aquí podemos decir que el amor no sólo es engaño o mentira, sino también
que es un invento, algo sin duda contingente, de lo que no había y con lo que
uno se topa, el flechazo, dándole también la característica de encanto, el acto y efecto mágico del
enamoramiento y el misticismo. Por este encuentro que es el engaño amoroso se
es llevado de lo autoerótico a establecer una relación con el Otro.
Al ritmo
de nuestros tiempos
En la actualidad
los amores, de acuerdo con Blanca Sanchez, “se arman al ritmo de nuestros
tiempos de goce: sin pasado ni futuro, solo en el presente, en la misma
alteración del tiempo y del espacio que resulta de la velocidad, la masividad y
la virtualidad de las cumunicasiones”6. Y pareciese que existe una nueva
relación con el tiempo, donde se ama el ahora, el estar ahí (da), ser (sein) el
que está ahí. ¿Cómo se le muestra el ahí, el tiempo, al sujeto? Si solo existe
como consecuencia de los acontecimientos que tiene lugar en el mismo, es porque
se relaciona con el modo de ser de las cosas naturales, el dichoso cambio, el
movimiento, que se producen en el tiempo. Así se le presenta, por habitar en el
lenguaje, puede hacer de ese movimiento que se repite constantemente sin cambio,
como un significante que determina el tiempo al medirlo teniendo asi una
duración a la que se puede hacer de referencia para fijar un punto que es un
ahora.
En esta época el
sujeto se encuentra inmerso en la precipitación temporal, sin embargo ¿De qué
discurso parte eso sino el del amo? Pues lo tocante al ser parte de este; se le
oye dar órdenes, mismas que se encuentran en el Dasein, ser-ahí, de Heidegger,
siendo como dice él, en la conferencia de 1924, que es “algo que todavía no ha
terminado. Al final, cuando ese algo no falta, el ser-ahí ya no es”7, dándole la característica de certeza en
tanto indeterminación absoluta. Aunque considero solo por esta vez
entenderlo más fácilmente desde Lacan cuando dice en el seminario XX que el ser
es “Lo que habría sido si tú hubieses escuchado lo que te ordeno”8.
Es común
escuchar por allí que se pierde el tiempo,
y ver a personas, un tanto esclavizadas, buscándolo para después perderlo de
nuevo. Cortázar sabía esto, pueden revisarlo en sus instrucciones para dar cuerda al reloj. Se le pierde en el
anticipar, entendido como una pregunta del “cuando” o del
“cuanto–durara-todavía” esto equivale a lo que queda del presente. Por aquello
de lo que se ocupa se le hace largo el tiempo en la pregunta del cuanto, el
ser-ahí como ser-presente no tiene tiempo, en tanto el cuidado vuelve sobre el
ahora. Lacan señala que “el objeto a tetiza la función de la prisa”9 esa intersubjetividad que desemboca en la
salida. De acuerdo a lo que se escucha, esta época es incierta, ya no se tiene
tiempo de conocer nada; en la inmediatez no hay pasado ni futuro, todo se
reduce en el instante de ver al momento de concluir, se busca de manera
insistente un encuentro que aria posible la proporción sexual, ese momento de
ilusión al que se refería lacan al final del seminario XX, en el que a partir
del breve encuentro se llega a creer en la suspensión de la imposibilidad de la
relación sexual, “del cesa de no escribirse al no cesa de escribirse”10, de la contingencia a la necesidad. Con
este esfuerzo de ignorar lo que no hay, no se sale de la repeticion, las
relaciones en serie.
Una
invencion: Un nuevo amor
Ante esto J.
Miller en su seminario lógicas de la vida
amorosa, da cuenta de la experiencia analítica diferenciando que el amor en
la enseñanza de Freud es repetición respecto a un nuevo amor, en Lacan, el cual va más allá del Edipo. Un amor que
es elaboración de saber obtenido entre líneas, entre-dicho, pues se intenta
atrapar eso que se escapa en la experiencia.
Por su parte, Oscar
Sack nos esboza la particularidad de este nuevo amor (transferencia),
diferenciándolo del amor común, donde se debe pagar para sostener el lugar del
nuevo partenaire que es el analista y destacando que este nuevo “amor
transferencial comienza por el automatón
para a partir de ahí dar lugar a la tyché.
En el amor común empieza por la tyché y
una vez instituido un lazo se constata que se desencadena el automatón, lo repetitivo”11. Además la respuesta ante la demanda de
amor es distinta, en esta invención no se responde con amor sino con el acto y
la interpretación. En esta experiencia unica, se tiene una cita, uno acude a un
lugar determinado, alli hay alguien que espera… y solo en ese lugar en
presencia de ese nuevo partenaire se entra en contacto con lo inconsciente. Aquí,
a diferencia de la tendencia actual, la palabra y presencia toman un lugar
constitutivo, puesto que “es necesario que el analista ponga allí el cuerpo
para representar la parte no simbolizable del goce.”12 Es en esta vertiente de invención, donde
no se ignora la no relación, donde un cuerpo hace existir la falta y el decir
del analizante se orienta hacia lo real. Como dice Miller “Amor es esfuerzo por
dar un nombre propio al a…
y construir alrededor una obra de lenguaje”13.
Referencias:
1-Lacan, J., El seminario, Libro 20, Aun, Paidós,
Bs. As., 2010.
2-Miller, -Los divinos
detalles, Paidós, Bs. As., 2010
3-Donc. La lógica de la cura. Paidós, Buenos Aires, 2011.
4-Introducción al método
psicoanalítico, Una charla sobre el amor, Paidós, Bs.As., 2010.
5-Ilbíd.
6-El amor y los tiempos del goce: que responden
los analistas, Grama, Bs. As., 2011.
7-Heidegger, El concepto de tiempo, Minima
Trotta, España, 2011
8- Lacan, J., El seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Bs. As., 2010.
9-Ilbid.
10-Ilbid.
11-Zack, Los decires del amor,
Grama, Bs. As., 2012
12- Miller, Los usos del lapso, Paidós, Bs. As.,
2004
13- Miller, Lógicas de la vida amorosa, Manantial,
Bs. As., 2009
Nota: Este texto fue presentado por primera vez el 25 de Junio del 2013 en una noche de cartel en las instalaciones de la NEL-Mexico junto a mis compañeros a quienes agradezco de todo corazón. Posteriormente fue publicado en el Boletín 9 de a-ritmo propio.
http://nel-amp.org/index.php?option=com_content&view=article&id=1157%3Aique-se-goza-en-el-amor-del-siglo-xxi&Itemid=118