domingo, 19 de octubre de 2014

Engaño a voz

Engaño a voz

Ricardo Hernández Sánchez

El cartel de la película

Lo primero que me llamó la atención de esta película, fue la metáfora del cartel, donde aparece un hombre y debajo un discreto título “her”; un adjetivo posesivo referente a una posición femenina. Es decir, esta palabra cobra su sentido al indicar el poseedor de una o varias cosas a partir de su género, ya sea femenino o masculino. Lo cual en nuestro idioma se traduciría “de ella”. ¿Él es tomado por ella, o acaso es de ella la película?

Desde el inicio vemos como Theodore redacta una carta desde una posición femenina. Es interesante, porque él trabaja escribiendo por el Otro, es hablado por el Otro, el cual le hace escribir, en esencia, cartas de amor y esto lo mortifica, sale de su trabajo y solicita escuchar música melancólica.

En fin, si en una relación se distingue el amante y el amado, se deduce que el que ama le falta algo y que el amado no le falta nada, algo tiene que permite amarle. Esto se traduce en términos de tener y no tener.  Por esto mismo, para el hombre es poco viril estar enamorado, es aceptar que no tiene algo, cuando uno ama se feminiza. Esto se aprecia en la película, cuando un compañero de trabajo elogia la redacción de Theodore, considerando ese estilo solamente posible en un “hombre sensible”, incluso le dice “Eres mitad hombre, mitad mujer”, este detalle de no tener tendrá efectos en el protagonista a lo largo de la película.


¿Sabes? quiero

Algo curioso de esta historia, es que se dispone de poca información del personaje principal, todo se centra en la relación con su Sistema Operativo. Solamente nos percatamos de su pasado mediante los flashbacks; recuerdos de un tiempo que parece mejor, una vida matrimonial feliz pero que se contrapone con el sufrimiento actual.  Esta situación se encuentra muy velada y me parece que se trata de rechazar su subjetivación, pues la relación que mantiene con Samantha obtura esa falta ante el divorcio con su esposa ¿qué sucedió para su rompimiento?. Algo de información la obtenemos de la ex-esposa, cuando se reúnen para firmar los papeles del divorcio, es allí cuando denuncia cosas fuertes. Señala que no pudo satisfacer la demanda de Theodore “siempre quisiste conocer a alguien quien fuera una esposa balanceada y feliz de L.A., pero esa no soy yo”.  La respuesta de él solo viene a reafirmar que ella no sabe lo que él quiere a diferencia de Samantha.

Para Freud, el estado amoroso es una dependencia hacia el objeto y la investidura libidinal hacia este se enriquece cuanto más el amante se empobrece. Es por esto, que al amado se le coloca en el lugar de la verdad, no se le cuestiona, haciéndolo garante de la identidad del Yo.

Miller en Psychologies Magazine nos recuerda que “amamos a aquel que tiene la respuesta al “¿quién soy?”1.

Para nuestro protagonista, el encuentro amoroso es a partir de la suposición de saber, en esa primera vez le dice “me conoces tan bien”.  Y claro el software, ésta para satisfacer las demandas del usuario.

No es lo que parece

Es interesante que en ese primer desencuentro, Samantha se haga pasar como semejante a él.  Con ese objeto voz, voz muy humanizada –y esta es la falacia de la película– él va armando toda una imagen a la cual irá adjudicándole rasgos como interesante, compleja, capacidad de asombrarse del mundo, inteligente, amable en resolver sus peticiones, lo acompaña a todas partes, cuando quiere la conecta o desconecta es decir La mujer perfecta, para él. Esta relación no le exige, cree no correr riesgo porque no pone el cuerpo en juego, por ello le va bien en su sexualidad masturbatoria, claro esto es así hasta que Samantha usa el cuerpo de otra mujer a manera de avatar. Incluso su ex-esposa al saber que fue remplazada por un objeto, le denuncia “querías tener una esposa sin retos, de no tener que lidiar con algo real” es decir, no lidiar con la castración.

 A pesar de esto, ¿es posible enamorarse de un objeto?. Este predominio del autoerotismo elude al amor que requiere otro cuerpo y no solo eso, “el objeto de amor es i(a), es la imagen de otro ser humano. A veces se elige un objeto material: es lo que se llama fetichismo. En este caso no se habla de objeto de amor sino de goce”2.  Freud en su trabajo de 1927 Fetichismo, dice que éste “Perdura como el signo del triunfo sobre la amenaza de castración y de la protección contra ella”3, este fetiche tiene el estatuto de pantalla, no por que sea un gadget en su mano, sino en tanto cubre la castración, a/(-φ), es una manera de confrontarse, al mismo tiempo de rechazar, de que no hay relación sexual.

Efectivamente, una manera de desconocer la diferencia del Otro es reduciéndolo al ideal, al uno, al significante desconociendo así su goce. Tanto el S1 como el objeto a pueden ocupar el lugar del ideal, es algo que se ve en la actualidad de forma muy común, vemos como el mercado tiene efectos en el cuerpo, las leyes del consumo. El último Smartphone, el auto último modelo, un cuerpo siempre joven o uno que pueda ser modificado constantemente. En la película se muestra un comercial presentando el OS1, en su comienzo las personas van corriendo desesperadas como si buscaran algo mientras una voz pregunta “¿Qué quieres para tu vida? ¿Quién eres? ¿Hacia dónde vas?” y vemos que no se trata de filosofía, son el slogan de marketing para la venta del software taponando las interrogaciones posibles. Pero lo que vemos en esta película es como Theodore degrada el Ideal del amor y La/ mujer a un objeto, en uno donde allá el objeto a, la voz.

Aquí radica toda la ficción de la película, el engaño que el director nos hacer creer, pero que me parece imposible. ¿En un objeto, ya sea máquina o software sofisticado, se puede hallar voz, acaso no sólo emite sonido? Cuando se habla por algún objeto este solo reproduce frecuencias sonoras y la voz viene de un ser hablante; allí hay enunciación pero en una maquina solo habrá enunciado.  Por eso, en líneas anteriores, mencione que eso era una falacia, no seria posible adjudicarle a un objeto esos rasgos o condiciones de amor.

i(a)
 a

Con el objeto a el sujeto se las arregla, con sus síntomas, fantasmas, inhibiciones y sublimaciones. Es lo que le permite olvidar que el Otro no existe, por este objeto a se le ama, odia, sufre y se hace lazo con él.4  Por esto, lo importante en la práctica clínica, es no dejarse llevar por la nostalgia del pasado –como hace Theodore– de marcar de forma negativa, las nuevas envolturas con las que se presentan estos síntomas, pues son maneras en las que el sujeto resuelve de alguna forma algo en lo que se ve comprometido, la posibilidad del discurso psicoanalítico es precisamente provocar algo en la posición que tiene el sujeto en lo que enuncia, pues si un objeto no es objeto de amor lo es toda una historia.

Referencias

*El presente texto surge a partir del 36º encuentro de cine de la NEL sede México, que tuvo lugar el 12/07/14 durante el CICLO: Lo femenino no es sólo asunto de mujeres, proyectando el film Her del Director: Spike Jonze.
1–Entrevista realizada a Jacques-Alain Miller por Hanna Waar para la Psychologuies Magazine, Octubre 2008, Nº 278.
2–J-A Miller. Introducción al método psicoanalítico, Una charla sobre el amor, Paidós, Bs.As., 2010.
3–S. Freud. Fetichismo, Obras completas volumen XXIII, Amorrortu, Bs.As., 2007
4– G. Brodsky. Los envoltorios de la extimidad, Coloquio de Extimidad, Grama, Bs.As., 2011.


El texto se publicó por primera vez en el blog de la NEL Caracas:
http://jornadanelsedecaracas.blogspot.mx/2014/10/engano-voz.html